sábado, 27 de octubre de 2012

Capítulo 2: Before the summer of our lifes


- ¡ARRIBAA! -me sobresalté y me caí de la cama, levanté la vista, era Gwen.
- ¿Intentabas matarme o qué? -dije enfadada, ella se estaba partiendo de risa
- Lo siento, ¿pero sabes cuánto tiempo he estado llamándote? -dijo sin parar de reír.
- No, estaba dormida ¿¡recuerdas!?
- Vale, vale... ¿Nos levantamos de mal humor eh? Pues hará 10 minutos que intento despertarte, ¿qué estabas soñando para estar como un tronco?
- No sé, oye, ¿cómo entraste en mi casa?
- Sé donde guardas la llave cariño -dijo con una sonrisa pícara. Mis padres estaban fuera, en un viaje de negocios creo que era.
- Espero que no la uses para entrar a mi habitación por la noche y mirarme mientras duermo 
- Uy sí, todas las noches -dicho esto su cara se tornó seria, pero tras un momento ambas empezamos a reír a carcajadas.
- ¿Y Sami?
- Sam está durmiendo todavía en su casa, ahora vamos las dos a despertarla, pero vístete rápido.
Fui hacia mi armario, la verdad es que tenía que comprar ropa, bueno, eso ya lo haré cuando esté en el pueblo. Me vestí con lo primero que pillé: una camisa de tirantes, unos shorts, mis converse y lista. No quise complicarme la vida.
Bajé las escaleras, Gwen estaba en el sofá con la BlackBerry esperándome, cuando me vio se empezó a reír. 
- ¿Qué pasa? -dije con el ceño fruncido.
- Se te ha olvidado peinarte -dijo con una leve sonrisa.
Me miré en el espejo, OMFG. Tenía mi pelo castaño alborotado; tenía un montón de mechones de pelo hacia arriba y para todos lados en realidad. Corrí hasta el baño y me peiné con la ralla hacia un lado, me encantaba mi pelo, menos por las mañanas que parezco un león claro, es castaño claro, ondulado.

Bajé de nuevo, y nos fuimos a casa de Sam, cuando llegamos su madre no estaba en casa, así que entramos por la puerta trasera, sí, solemos colarnos una en la casa de la otra. Llegamos a su cuarto, su habitación era como si hubiese salido de un cuento, era infantil, haber no era rosa ni con ponis por aquí y por allá, pero tenía en las paredes celestes unas nubes pintadas, y algunos peluches tirados por ahí, era algo desordenada. No quería cambiar su habitación, probablemente porque las nubes las pintó su padre... Sami estaba dormida en su cama, estaba acostada lateralmente abrazando a un peluche. Qué tierna.

Gwen cogió suavemente el peluche de sus manos, ella como acto de reflejo se agarró al brazo de Gwen, nos empezamos a reír.
- Eh? ¿Qué pasa? -dijo Sam con vocecita adormilada.
- Despierta ya, bella durmiente -respondió Gwen con ternura.
- ¿Qué hora es? 
- Temprano, pero tenemos que despertarnos pronto, hoy empiezan las vacaciones ¿recuerdas? -dije.
- Ah sí, es verdad... -se incorporó con torpeza, la típica que se tiene por las mañanas
- Bueno chicas, voy a hacer el desayuno ¿vale? -dijo Gwen con una sonrisa en su cara, le encanta hacer de madre.
Nosotras asentimos y ella se fue, oímos como bajaba las escaleras.
- ¿Estás nerviosa? -le dije, Sam ya se había sentado en la cama, yo hice lo mismo.
- ¡Sí! ¡Va a ser un verano increíble! Voy a pasarme todo el verano conociendo gente, poniéndome morena, haciendo fiestas, comprando ropa -Ah, por cierto, nuestros padres todas las semanas nos ponían dinero en nuestras tarjetas: 200€ por semana- y comiendo helado todos los días.
Tras eso último empecé a reír.
- ¿Nunca paras eh? 
- ¡No, nunca! -reí divertida.
Después de esto, sonó desde abajo el ruido de sartenes cayéndose al suelo y un grito. Sam y yo bajamos de tres en tres las escaleras y llegamos hasta la cocina.
- ¡GWEN! -gritamos Sam y yo al unísono.
Gwen había tirado sin querer las sartenes al suelo, las tostadas se habían quemado, se había despistado de la sartén y los huevos revueltos empezaron a pegarse.
- Menudo desastre -dijo Sam asombrada.
- ¡Noo! Es que mira, yo estaba por coger un cazo para calentar la leche, porque el microondas no funcionaba, y claro, me di cuenta de que las tostadas se quemaban, entonces fui a cogerlas, las sartenes cayeron al suelo y... -dijo algo nerviosa, cuando Gwen está nerviosa, empieza a moverse de una lado para otro, o mira para todos sitios, eso nos hace mucha gracia, así que empezamos a reírnos, ella se relajó y se unió a nosotras. 
La ayudamos a limpiar todo, y al final acabamos en el Starbucks más cercano, Gwen era un desastre, pero lo intentaba.

- Matt ponme un Capuccino por favor -le dije con una sonrisa.
- Que sean dos, y una muffin de chocolate por favor -dijo Sam.
- Ah sí, y una cookie de esas que son muy grandes -añadí.
El camarero miró a Gwen, ella pidió amablemente un Mocca Frappuccino y una muffin de arándanos.
Comimos y nos fuimos a nuestras casas, íbamos a preparar nuestra maleta para el viaje, quedamos en que nos llamaríamos. 
Cuando llegué a mi casa mi móvil sonó [Dale a tu cuerpo alegría macarena...] Sí, no me juzguen, ese es mi tono, fue una apuesta; reí para mis adentros.

*Llamada telefónica*

- ¿Sí? ¿Quién es?
- Jajajaja, ¿no miraste el número o qué?
- Pfs, se me olvidó, como siempre -era Sami.
- Era para que hablemos mientras hagamos la maleta, para ponernos de acuerdo.
Mi móvil pitó, era Gwen, pulsé la tecla llamar.
- ¡Hooola April!
- ¡Hola Gwen!, Sam también está al teléfono
- Hoola -dijo Sam.
- Bueno chicas, en la furgoneta caben un montón de cosas, así que podéis poner lo que os de la gana en la maleta, y llevar toda la ropa del armario si queréis. -informó Gwen.
- Vaaale, ¿llevamos también vestidos de fiesta no? -preguntó Sam.
- Claro, y no se olviden de la crema solar, que allí nos sale carísima -advertí.
- Sisí, ah Gwen! Lleva las gafas de sol de RayBan por favor -dijo Sam con voz de niña buena.
- Jajajaja, ¡claro tonta! Pero no me las cojas sin pedírmelas, que la última vez casi me exaspero buscándolas -dijo Gwen riendo.
- Bueno chicas, yo me voy a hacer la maleta -dije.
- ¡Adiós! -dijeron Gwen y Sami al unísono.

*Fin de la llamada telefónica*

Cogí dos maletas del trastero y las puse encima de mi cama; empecé a meter cosas como loca, sin ni siquiera mirar, estaba emocionada. Cuando terminé, me cambié de ropa, me puse mi camiseta favorita, unos pantalones cortos, las converse y las gafas de sol. Llamé a Gwen, estaba lista y me dijo que me venía a recoger, llegó al cabo de cinco minutos. Me encantaba su furgoneta, había sido un regalo de sus abuelos y sus padres cuando se sacó el carnet de conducir, era de segunda mano. Era la típica furgoneta hippie, de color verde claro y blanco. Se paró en frente de mi casa, y salió Sam saltando y sonriendo hasta mí, me abrazó y sonrió.
- ¡Hola! Todavía estoy que no me lo creo, venga va, te ayudo con las maletas.
Asentí y metimos las maletas en la furgoneta. Estaba llena, Gwen había traído dos maletas y Sami había traído tres. Nos pasamos el viaje cantando, riendo y contándonos anécdotas de veranos pasados, y soñando con este. Hasta que por fin, llegamos al pueblo.
Cuando llegamos, no pudimos articular palabras, simplemente gritamos.
- OH DIOS MÍO -dijimos todas, estábamos estupefactas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario