–Le importas Gwen, y sé que él a ti también –dijo mirándome con ternura.
Yo me quedé sin habla, sinceramente no sabía qué decir. ¿Realmente me importaba ese impresentable? No. Imposible. Aunque... ¿Puede? A lo mejor un poco... No, basta. –negué con la cabeza.
–No le hagas daño, no es tan pasota como aparenta, ¿sabes? En verdad es un chico que lo ha pasado mal, por eso no se muestra tal y como es al principio –dijo esbozando una sonrisa triste.
–Así como lo dices, parece que la mala de la película soy yo... –opiné, algo confundida.
¿En serio me estaba diciendo que Louis, ese que me había estado vacilando toda la semana, que pasa de todo y de todos, es un chico sensible? Lo siento, no cuela.
–No digo eso, solo que le cuesta... no comportarse como un capullo ¿Entiendes?
–No mucho –dije riendo, él también rió.
–Bueno, tú solo ten paciencia con él, ¿vale? –dijo mostrándome una de sus sonrisa perfectas. ¿Quién iba a resistirse a aquella sonrisa?
–Vale. ¿Pero solo lo hago por ti, eh? –dije sonriendo, él sonrió también.
–Anda, ven aquí –dijo abriendo los brazos, yo sonreí agradecida y le abracé. Y entre sus brazos sentí la sensación de que estaba protegida, y era bastante agradable.
**[Narra Sam]**
–Ven, sentémonos ahí –dije cogiendo de la mano a Niall y llevándolo hasta un sillón rojo.
–Oye Sam... ¿Qué ha sido lo de antes? –preguntó confundido.
–Un beso.
–No, hasta ahí llego –dijo riendo, yo me reí también.
–¿Te refieres a qué ha significado?
–Sí –dijo ahora poniéndose más serio.
–Que me gustas, mucho –dije, y él sonrió, yo sonreí.
Entonces me acerqué, y sin que él lo esperara, de nuevo, posé mis labios sobre los suyos, en un beso dulce y corto. Nos separamos, y al abrir los ojos vi que me estaba sonriendo.
–Niall, yo... –intenté decir, pero él me cortó posando su dedo índice sobre mis labios.
–Sam, sé que te conozco desde hace apenas... ¿ocho días? No sé. La cosa es que siento algo muy fuerte por ti, y todavía no tengo claro lo que es. Pero me gustaría descubrirlo... –dijo, haciendo una pausa– Si tú me dejas...
Nos quedamos en silencio unos segundos, comiéndonos con la mirada. Él era increíble; era atento, guapo, simpático... Seguro que tiene chicas a la patada. No podía pedir más, y yo no estaba dispuesta a desaprovechar una oportunidad con él, me gustaba muchísimo.
–Claro que te dejo –dije sonriendo.
Ésta vez fue él el que se adelantó, cogiéndome de mi cuello y acercándome a sus labios. Y este beso fue diferente, me supo distinto... Nuestras lenguas se movían con total sintonía, siguiendo una partitura no escrita. Aquel beso rezumaba deseo por todos sus lados, yo coloqué mis brazos sobre sus hombros, y a la vez que le besaba acariciaba su pelo rubio, no podía evitarlo. Él comenzó a descender su mano lentamente por mi espalda, cuando llegó al sujetador, se detuvo en la hebilla, y la acarició, como queriendo abrirla, pero supuse que cambió de opinión; estábamos en un sitio público. Y continuó descendiendo hasta llegar a mis caderas, ahí hizo un esfuerzo y me acercó más a él. Yo me incorporé, y sin despegar mis labios de los suyos, me senté a horcajadas sobre su regazo, excitada.
Nos separamos por falta de aire, yo ahora le cogía por el cuello de la camisa, y paseaba mis dedos por su cuello, y sentía como él se estremecía.
–Sam... estamos en público –dijo agitado.
–¿Y? –dije sonriendo, y de nuevo le acerqué a mí tirando suavemente del cuello de la camisa. Me importaba una mierda si toda la bolera nos estaba mirando atónita, yo estaba con él, ahí. Solo él y yo. Además, tampoco estábamos haciendo el numerito, ni que me él me hubiera estampado contra la pared, y yo hubiera soltado un gemido de placer, y después nos hubiéramos ido a los baños... Sólo nos estábamos besando.
–Joder, ¿os paso un condón? –dijo Harry riendo.
Niall y yo nos separamos y estallamos a carcajadas, sin dejar de mirarnos a los ojos.
–Que te den Styles –dije cuando me hube recuperado.
–Me pone que me llames Styles –¿Eing? ¿Realmente había dicho eso? Niall y yo volvimos a reír.
–A ti te pone todo lo que lleve falda –le dijo Niall entre risas.
–Puede... –dijo, pero Niall y yo ya no le prestábamos atención, porque nos habíamos besado de nuevo– Vale, lo he pillado. Me vuelvo con mis bolos. –Dijo divertido.
****************************************
[Narra Ronnie]
–Qué monos –suspiré cuando Harry volvió.
–Por fin Horan se animó, al paso de tortuga al que iba pensaba que nunca se lanzaría –resopló mientras se sentaba en el sillón de enfrente.
–Se le veía que estaba pillado por ella desde que le vi por primera vez –dije mirándolos– La miraba de una forma especial... –añadí prácticamente en un susurro.
Volví a la realidad, y me giré para mirar a Harry, y le descubrí sonriéndome. En seguida mis mejillas tomaron un tono rosado.
–Es bonito mientras dura –dijo él mientras se recostaba sobre el sillón.
–Cualquiera diría que tienes algo en contra del amor –dije de pasada, entonces analicé su mirada, y me di cuenta de que había una expresión extraña en su rostro– Oh, ¡sí que lo tienes! –dije algo sorprendida.
–No tengo nada en contra del amor... es solo que... el amor es cruel, y hace daño, mucho –dijo con la mirada perdida, como recordando algo.
Hubo un silencio, con sabor a recuerdos.
–Te rompieron el corazón... ¿Verdad? –dije entendiéndolo todo. Y sí, soy directa.
Él se limitó a mirarme y sonreír con una sonrisa que me supo amarga, sin responder a mi pregunta. En ese momento las luces se apagaron, dejando solo tres bombillas funcionando, y los globos que estaban en el techo empezaron a funcionar. Luces azules, verdes, rojas, naranjas, amarillas... inundaron toda la pista, moviéndose al ritmo de la música, que había comenzado a sonar más alto. Los bolos ahora brillaban, fluorescentes. En una pista eran de color naranja flúor, en otra amarillo fluorescente, la que la seguía verde... y así. La bolera se había convertido en un espectáculo de luces.
Ahora le tocaba tirar a Liam, miré atenta al movimiento, y consiguió tirar nueve bolos fluorescentes de color amarillo. Volvió a coger la bola, y consiguió tirar el que faltaba. Se giró contento y vino hasta los sillones, donde Gwen le chocó la mano sonriendo, y él se sentó a su lado.
–Ro... –dijo Harry, y dejé de prestar atención a la escena para mirarle.
–Dime.
–Quiero que sepas que lo pasó en la fiesta, bueno, más bien lo que no pasó... –dijo mirándome a los ojos con aquellos irresistibles ojos verdes– No es culpa tuya, ¿vale? Es solo que no quería... ya sabes, enrollarme contigo y que después no te acuerdes...
–Lo entiendo –dije con una sonrisa un poco falsa, intentando restarle la importancia que en realidad tiene– Y en el fondo te lo agradezco, así por la mañana no me arrepentiría.
–¿Insinúas que si nos enrolláramos te arrepentirías? –dijo divertido.
–Probablemente –respondí sonriendo.
******************************************
[Narra April]
Cuando las luces se apagaron y los globos empezaron a escupir colores por todos lados, me acerqué a la barra para pedir otra granizada. Seguramente Zayn no habría jugado para poder hablar conmigo, o eso deduje por la mirada que me echó cuando lo dijo.
–Una granizada por favor –dije a un chico grandullón, probablemente tuviera unos treinta años encima. Él asintió, y cuando iba a ir a por una, Zayn apareció a mi lado.
–Otra para mí por favor –dijo educadamente. El grandullón asintió y fue hacia la máquina. Zayn se giró y sonrió al verme.
–No jugaste para hablar conmigo, ¿verdad? –dije resignada, él sonrió y asintió.
–Exacto. –En esto, el hombre ya trajo las dos granizadas, y cogí la que tenía de los dos sabores (rojo y azul).
–No tengo nada que hablar contigo –sentencié, y dejé dos libras al vuelo sobre la barra de bar, y me alejé de allí.
Apenas hube caminado unos segundos, cuando sentí como me volvía a coger del brazo para no dejarme ir.
–Ven –dijo agarrándome del brazo y tirando de mí con delicadeza.
–No quiero –respondí intentando deshacerme de su brazo.
–Me da lo mismo, ven –dijo, y empezamos a forcejear, pero no de manera agresiva. De todas formas, la granizada cayó al suelo, derramándose todo el contenido.
–Que no quiero. Y además me debes una granizada –dije molesta, finalmente consiguió cogerme de los dos brazos, y me dio la vuelta, de tal forma que mi cabeza estaba en su pecho, y mis brazos estaban cruzados sobre mi vientre y sus manos estaban entrelazadas a las mías.
Cedí y me relajé, y noté como empezaba a hablarme en el oído, en un susurro.
–Después te invito a una, pero antes tienes que responderme; ¿Qué te pasa? –dijo suavemente.
–Que no te entiendo, eso pasa –dije, y volví a intentar desembarazarme de su abrazo, pero de nuevo él volvió a conseguir que me quedara.
–Explícame eso –volvió a decir tranquilo, ésta vez hablando prácticamente sobre la piel de mi cuello.
Había mucha tensión sexual en el ambiente, y eso no estaba bien para lo que teníamos que hablar.
–Para, por favor –dije abatida. Sentí como frunció el ceño, pero me hizo caso y me soltó. Cuando por fin estuvimos frente a frente, comprendí que no podía evitar la conversación por más tiempo.
–¿Qué te pasa? –volvió a preguntar, con el mismo tono tranquilizador.
–¿Que qué me pasa? Me pasa que el otro día nos acostamos; que no me acuerdo de nada, que después te comportaste como si nada, y... y... –dije enfadada, intentando aguantar las lágrimas– no te importo una mierda, ¿verdad?
–Claro que me importas, April –dijo, y se volvió a acercar a mí, y rozó mi mejilla con su mano.
–No, no, no... Las cosas no se hacen así –dije apartando su mano de mi cara negando con la cabeza– ¿No lo entiendes verdad? Me hace daño que yo intente hablar, y tú solo quieras tocarme, besarme... –dije mientras las lágrimas me caían por la mejilla. Me giré, no pensaba permitir que ese me viera llorar.
–Por favor, no llores... –dijo con tono preocupado– April, tú si me importas –negué con la cabeza.
–¿Qué somos, Zayn? Dímelo porque yo no lo entiendo –dije harta, retirando las lágrimas de la mejilla con la mano, y me volví a girar para mirarlo a los ojos.
–No lo sé, April... Realmente no lo sé.
–Entonces explícame por qué después de acostarte conmigo me trataste como a la mierda.
–No te traté así, y lo sabes.
–Sí ya, en todo caso, ¿por qué lo hiciste, eh?
–Porque me importas –revoleé los ojos, "ya estamos con esas otra vez"– Porque no quiero hacerte daño... ¿No lo ves? Por favor, soy un chico de diecinueve años. Lo único que quiero ahora es pasármelo bien, y ser libre para hacer otras cosas, no puedo mantener una relación ahora, no estoy preparado –suspiró y continuó– En pocos días te has vuelto muy importante para mí, y por eso mismo no quiero hacerte daño, y sé que si cometo un error, como acostarme con otra, te haría daño, y eso no es lo que quiero.
–Me haces daño cuando te alejas, Zayn. Cuando pienso que para ti solo he sido un polvo más, una chica más de la lista –dije negando con la cabeza, y de nuevo una lágrima volvió a bajar por mi cara.
–No eres un polvo más, April –dijo poniéndose serio– Y sí que me importas, si no, no estaría aquí contigo. Nos quedamos en silencio unos segundos.
–¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? –dije llevándome las manos a la cara, soltando un suspiro de resignación.
–Si las cosas fueran fáciles, no les daríamos valor, y todo sería más aburrido... ¿No crees? –alcé la mirada para encontrarme con sus hiptonizantes ojos– Todo puede volver a ser como antes, cuando simplemente nos reíamos por tonterías y nos lo pasábamos bien...
–No, nada puede volver a ser como antes. Nos hemos acostado, hemos hecho esta relación al revés desde el principio. Primero hay que... hay que conocerse un poco, ¿entiendes? Y joder, yo a ti te conozco desde hace apenas una semana, y ya nos hemos acostado, y ni siquiera lo recuerdo.
–Lo siento... –dijo negando con la cabeza.
–No lo sientas, esto es cosa de los dos –dije resignada.
–Siento comportarme como un capullo... Primero te busco, y cuando te tengo te ignoro... No sé que es lo que me pasa –dijo pasándose una mano por el pelo, y vi cómo sus ojos ahora mostraban una mirada triste– Solo sé que cuando te vi en aquel Starbucks, todo cambió. Estoy hecho un lío –dijo frustrado– No estoy preparado para una relación April... y lo sabes.
–Yo tampoco estoy preparada para tener una relación contigo –me di cuenta lo mal que quedó eso, y luego añadí– en realidad, no estoy preparada para tener una relación con nadie –dije intentando arreglarlo; me acerqué y paseé mi mano por su espalda.
No pude contenerme más, y le abracé, y él me correspondió al abrazo, y noté cómo su cabeza se apoyaba en mi hombro.
–“Todo va a salir bien” –le dije cuando aún seguíamos abrazados, y oí el sonido de su sonrisa, y eso me hizo feliz.
Nos separamos, y nos quedamos varios minutos con nuestras frentes apoyadas una en la otra.
–Necesitaremos tiempo –dijo con el mismo tono de abatimiento.
–Lo sé –nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que al final él lo rompió:
–¿Amigos?
–Amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario