domingo, 28 de octubre de 2012

Capítulo 19: Nothing's infinitive.


[Narra Ronnie]

Estábamos tomándonos los helados, yo había pedido uno de pitufo, y él se estaba comiendo una bola de chocolate y otra de tutifrutti. Me encantaban las heladerías italianas, desde pequeña mi madre me llevaba a la misma heladería, y aunque al final tuvo que cerrar, para mí servían los mejores helados del mundo.
–¿En qué piensas? –me preguntó Harry mientras cogía una cucharada de mi helado.
–En cosas. Hmm... ¿te vas a comer eso? –dije señalando con mi cuchara verde de plástico su suculenta bola de chocolate.
–No, cómetelo si quieres –dijo sonriendo y empujando el vaso hacia mí.
–Gracias... –agradecí, pero entonces él me manchó la nariz con la cuchara llena de pitufo.
–¡Edward! –Dije riendo, y cogí otra cucharada de tutifrutti y le manché la mejilla. Él contraatacó y me manchó de chocolate en la barbilla. Cogí otra cucharada de pitufo pero esquivó la cuchara, moviéndose a la derecha, y acto seguido chupó la cuchara comiéndose la porción de pitufo.
–¡Eso no vale! –dije poniendo voz de niña pequeña. Él me sacó la lengua y se rió, y cuando iba a coger otra porción de chocolate cogí el tarro y cogí una cucharada enorme de chocolate con un poco de tutifrutti y se lo restregué por la mejilla.
–¡Ah! –Se quejó mientras fruncía el ceño y se echaba hacia atrás en la silla. Cogí otra cucharada y la acerqué hacia él, con tan mala suerte de que me quedaron escasos centímetros para darle, me levanté y apoyé la otra mano sobre la mesa para alcanzarle mejor, me resbalé y la cucharada le llegó desde la frente y le recorrió toda la nariz. Me eché hacia atrás echándome la mano a la boca y riendo a carcajadas. 
–Ya verás, 

Sí, probablemente toda la heladería nos estaría observando, pero no me dio tiempo a comprobarlo porque Harry esbozó una sonrisa malévola y se levantó para cogerme, yo fui más rápido y me escabullí, y eché a correr por la avenida marítima. Él me siguió, y era bastante rápido, pero yo había estado en atletismo y corría más rápido que él, salté el pequeño muro que me separaba de la playa, y aterricé dos metros más abajo riendo y haciéndole muecas mientras él me miraba desde arriba. Le saqué la lengua, pero él también saltó hacia la playa y me cogió de la cintura.
–¡No! ¡Suéltame! –Dije riendo. Me escabullí y seguí corriendo por la playa, acercándome hacia la orilla. Me giré para verle, le sonreí pero tropecé con un hoyo que seguramente antes era el pozo de un castillo de arena. Me caí a la arena y seguí riendo a carcajadas. Harry se acercó y se plantó de pie frente a mí, sonriendo de lado. Me tendió la mano para ayudarme a levantar, la tomé y tiré de ella. Le pilló por sorpresa y cayó a la arena, a mi lado.
Reímos durante unos segundos y cuando nos pudimos relajar giramos nuestras cabezas hacia el otro.
–Estamos en medio de la orilla –dijo alzando las cejas demostrando lo obvio.
–No será lo peor que hemos hecho –Dije sonriendo. 

Nos quedamos unos segundos mirándonos desde cerca, y él alzó su mano y me acarició la mejilla, poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja. Siguió surcando mi mejilla con su pulgar, tomándome del cuello. Poco a poco se fue acercando hasta que sus labios rozaron los míos. Sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, y me besó. 
No fue un beso muy intenso, solo dulce. Nos separamos y abrimos los ojos, y antes de quedarnos mirándonos uno al otro eternamente, me incorporé y me apoyé en mis codos. Le sonreí de nuevo y me levanté.
–Vamos –dije tendiéndole de nuevo mi mano. Él hizo una mueca de fastidio pero finalmente la tomó y se levantó, y caminamos hasta la otra punta de la playa, hasta llegar al muelle.

"¿Dónde están?" nos preguntó Sam en un mensaje. Tecleé "En la playa", y a los pocos segundos me respondió con un "Nosotros en una cafetería". Le mostré el mensaje a Harry y sonreí.
–¿Te apetece un pastel?
–Tú lo que quieres es engordarme. –Dijo revoleando los ojos, me reí y le di un  golpe en el hombro, bromeando.
–No quiero irme de aquí –dije sentándome en el borde del muelle.
–Yo tampoco –añadió sentándose a mi lado. 
Los dos dejamos caer las piernas y el agua de las olas acariciaban suavemente los pies.

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[Narra Gwen]

Estaba con April, Sam y Niall en la terraza de una cafetería que estaba en la avenida, se podía oír el murmullo de las olas y el graznido de las gaviotas. Era una tarde agradable, más de lo habitual. Temperatura perfecta, el cielo de un tono anaranjado perfecto. Perfecto. Todo perfecto menos mi vida. 
El camarero se acercó a nosotros, tengo la manía de aprenderme los nombres, así que miré la placa "Jack". 
–Hola, ¿qué desean para tomar? –preguntó el joven camarero de cabellos dorados.
–Hola Jack, para mí una tarta de lo que tú quieras y un café con leche, por favor. –Le dije mientras observaba cómo sonreía y garabateaba algo en su libreta.
Los demás pidieron algo, y cuando terminaron Jack nos preguntó si ya estaba todo.
–Sí, gracias. –Dije mientras el chico terminaba de escribir en aquella libreta roja.
–A usted... Ehm... –Levantó la vista del papel, mirándome. Obviamente, no sabía mi nombre.
–Gwendolyn.
–Gwendolyn... –asentí, y él me correspondió con otro asentimiento.
Se retiró y a continuación saqué la BlackBerry del bolsillo y comprobé mi twitter. Unas veinte chicas habían leído el nuevo capítulo de mi novela y la habían comentado. Todos eran mensajes de apoyo y de aprobación hacia la novela, y me sentí reconfortada. En ese momento Jack volvió con cuatro cafés y dos tartas. Dejé de usar la BlackBerry y le miré mientras colocaba los cafés y sus respectivos posavasos a la velocidad de la luz sobre la mesa.
Los mechones rubios le caían sobre la frente, y hacía un gesto con la cabeza para apartárselos cada dos por tres. No paraba de moverse, seguro que llevaba así toda la tarde. Eché una mirada instintiva al lugar y vi que estaba considerablemente lleno de gente, y que sólo estaba él atendiendo esa tarde.
Detuve mis pensamientos cuando Jack me puso el plato enfrente.
–Hmm... Chocolate. Buena elección. –Puntualicé.
–Tiene los tres chocolates; negro, con leche y blanco.
Asentí y di las gracias, él iba a decir algo más pero una maleducada de otra mesa lo "reclamó".

Comimos entre bromas y risas, como siempre. Niall y Sam compartieron tarta y no paraban de jugar; 
–¡Me has manchado! –dijo Sam mientras se relamía la nata de la comisura de los labios.
–Ha sido sin querer... –respondió Niall riendo.
–Sí claro –dijo Sam bromeando, y empezó a imitar su voz y a decir "Siempre tengo hambre"; "¡Comidaaaaaa!"; "Potatooo" y muchas otras expresiones.
–Eres boba.
–Ya.
–Pero eres mi boba. –Sonrió y se acercó a ella, acercó los labios a los suyos y la besó, manchándola de nuevo de la nata que tenía en sus labios. Ella arrugó la nariz y se echó hacia atrás, entonces él la volvió a besar, quitando la nata de su boca. 

Más tarde llegaron Liam, Louis y Zayn, que estaban caminando por el paseo haciendo nosequé cosa. 
–¡Hola! No os he visto en todo el día –dijo April cuando llegaron.
–Hemos estado ocupados... –dijo Zayn.
–No me lo digan: han estado de compras –afirmó Niall riendo.
–Qué va... –dijo Louis haciéndose el loco.
–Sísí, claro... Bueno, ¿qué hacemos esta noche?
–Hmm... ¿qué os parece ir a la fiesta que organizan en la playa? –Propuse.
–Por mí vale –todos asintieron menos Liam.
–¿Liam? –dije dudosa mirándole a los ojos. Él retiró la mirada. Louis le dio un codazo en las costillas, y un gesto con las cejas.
–Vale, vale. Iré.

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–Por favor, dime que no es verdad. –Dijo April mirándolo desde lejos.
–Eh... 
–Por favor dime que la fiesta no la da Alex y los estúpidos de sus amigos. –Negó con la cabeza y se alejó. Corrí detrás de ella y conseguí agarrarla del brazo.
–Eh, vamos, dime que no es una buena fiesta. –Se calló– nos lo pasaremos bien, ¡venga!
–Vaaale, pero no quiero ver a ese idiota cerca de mí, ¿entendido?
–Entendido. –Asentí y me acerqué a la barra a pedir algo, y mientras observaba la fiesta, Alex vino a mi encuentro.
–Mira quién se ha decidido a venir –dijo sonriente, como siempre.
–Aquí estoy. –Dije sonriendo mientras buscaba con la mirada a Louis. 

Lo encontré en la barra hablando con Liam, haciendo miles de gestos con las manos, no parecía que estuvieran discutiendo, solo parecía como que Louis animaba a Liam a hacer algo. Liam negó con la cabeza y Louis bufó y se fue.

–Hola, Tierra llamando a Gwen –dijo Alex mientras me pasaba la mano una y otra vez delante de mi cara.
–Ah, sí perdona. ¿Qué decías? –dije volviendo a prestarle atención.
–Que sí quieres bailar conmigo.
–Vale.

Bailé con él un rato, aún con la copa en la mano. Vino una canción más lenta, y yo me iba a ir a pedir otra copa, pero me tomó de la cintura y me acercó a él, bailando muy pegados. La canción iba a avanzando y cada vez tenía menos ganas de estar con él, pero no me dio tiempo a separarme ya que me besó. Al principio seguí el beso, pero luego negué con la cabeza y me aparté.
–Lo... lo siento. Tengo que irme. –Dije saliendo de allí lo más rápido que pude.

Me alejé de la fiesta adentrándome cada vez más en la playa, para estar más cómoda me quité las sandalias y caminé descalza, sintiendo el tacto frío y agradable de la arena. El firmamento se veía negro y estrellado, el de una noche sin Luna en verano. Me senté a la orilla de las olas, que me acariciaban los pies produciéndome un cosquilleo. El agua estaba fría, pero no me importó. Eché las manos hacia atrás y me apoyé en ellas, dejando la cabeza levemente hacia atrás y respirando profundamente.
Oí los pasos torpes que unas sandalias iban dando por la arena, y giré la cabeza para ver de quién procedían. Sonreí al verle.
–Hola –dije casi en un susurro.
–Hola, ¿puedo sentarme? –dijo Louis aún de pie.
–Claro tonto. –Dije sonriendo. Se sentó a mi lado, echó las manos hacia atrás y contempló las estrellas desde su posición. Nos quedamos varios minutos así, contemplando las estrellas en silencio.
–Parecen tan pequeñas, como unas luces de navidad. –Dijo mientras las contemplaba, giré la cabeza para verle, y él hizo lo mismo, y me observó con aquellos ojos azules, que tenían un brillo especial entre aquella oscuridad. –Pero en realidad, son bolas gigantes de masa y energía que están a millones de kilómetros de aquí. Algunas son mucho más grandes que la Tierra. –Se calló durante unos minutos, y más tarde continuó, tranquilo– Imagínate lo que sería ver la Tierra desde ahí, seguro que somos un punto tan pequeño que casi ni se vería. –Sonreí y volví a mirar al cielo "¿A qué viene esto?" me pregunté.
–¿Crees que el universo es infinito? –le dije.
–Casi nada es infinito, ni siquiera el amor. Creo que el universo tiene un límite, que no está marcado, por supuesto, pero que existe. Es como intentar explicar cómo es posible que desde la nada hubiera una gran explosión, creando así el universo. No sabemos cómo pasó ni por qué. No tiene sentido. 
Le miré extrañada, él no solía comportarse así. Debí de poner una cara extraña porque se río.
–¿Qué? De pequeño quería ser astronauta –dijo, y me reí. Permanecimos unos segundos en silencio.
–Lou, ¿qué haces aquí? –pregunté por fin.
–La pregunta es: ¿qué haces tú aquí? –dijo, sabiendo la respuesta.
–Necesitaba salir de ese sitio. No... no me sentía cómoda. –Vaya excusa.
–Ya, vi cómo te besaba. –Aparté la mirada. Más segundos en silencio.
–Te toca. ¿Qué haces aquí? –pregunté.
–Pues vi a mi amiga triste y la seguí. –Dijo sonriendo.
–No Louis, en serio. –Me aguantó la mirada unos segundos, pero luego la apartó, dudó unos segundos, pero luego suspiró.
–Tenemos que hablar.

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