sábado, 27 de octubre de 2012

Capítulo 9: Your Song


[Narra Ronnie]

Tomé la guitarra en mis manos y empecé a tocar algunos acordes mientras el dependiente me miraba fijamente a los ojos. Me sentía algo incómoda, pero intenté no parecerlo, así que carraspeé y rompí aquel incómodo silencio.
–¿Cuánto me dijo que costaba?–le dije mientras colocaba de nuevo la guitarra en su sitio.
–Cuesta 250. Es un buen precio para la calidad del material y de la guitarra en sí.
–No, desde luego una Gibson no me compraré, que me arruino –rió ante mi comentario– Bueno, me la llevo.
*************

Fui caminando por la avenida, observando todos los rincones para buscar el mejor lugar en el que establecerme. Me encontré con varias heladerías, diría que eran unas cinco. Muchas tiendas de ropa, donde pude ver que todo eran bermudas, camisas de tirantes y cholas. Era temprano, y la brisa mañanera me ahuecaba el pelo, haciéndome cosquillas. 
Físicamente, tenía una larga melena ondulada morena, con algunas mechas de color azul. La piel la tenía con un tono moreno normalmente, pero no mucho. Mis ojos eran de un azul mar que según mi madre "te atrapan en un sueño". Ella y sus rollos.
Elegí un sitio del paseo que estaba al lado de la playa, donde había un árbol que hacía algo de sombra. 
Cogí mi guitarra nueva y las notas comenzaron a brotar solas, empecé a tararear la canción que había tenido en la cabeza toda la mañana, "I Wont Give Up" de Jason Mraz. Subí el volumen de mi canto y toqué las cuerdas de mi guitarra con más intensidad. Sacudí la cabeza para alejar el flequillo que me tapaba los ojos.

Poco a poco la gente se fue acercando a oírme rasquear las cuerdas de mi guitarra mientras cantaba "Your Song" de Elton John, y el sombrero fue llenándose más y más de pequeñas monedas y billetes. En una de éstas un chico puso un billete de 20.
–¿Y eso? –pregunté asombrada, era bastante dinero.
Él se volvió hacia mí mostrándome su rostro, tenía unos rizos oscuros que le caían sobre unos ojos verdes, hizo un movimiento con la cabeza para apartarse el pelo de la cara que hizo que se me erizara la piel. Él solo sonrío y se fue.
Continué cantando un tiempo, no sé cuánto exactamente, pero lo suficiente como para llenar el sombrero.
Recogí mis cosas y me preparé para volver a casa, cuando el chico de antes se me acercó.
–Lo haces muy bien –me incorporé para verle mejor, y sus aquellos ojos verdes que apenas pude apreciar antes posaron su mirada en mí.
–Gracias, tú tampoco has estado mal poniéndome tanto dinero –sonrió y pude ver cómo unos hoyuelos se marcaban en su rostro– Pero, ¿por qué tanto?
–¿Y por qué no?
–Bueno, de todos modos, gracias –dije sonriendo.
–Me llamo Harry, ¿y tú?
–Ronnie.
–Oye, ¿ya has desayunado? –dijo cambiando de tema repentinamente.
–No... ¿Qué pretendes, invitarme?
–No pretendía invitarte –dijo con una leve sonrisa– Solo era porque yo voy a desayunar con unos amigos en el Starbucks, y era para que lo supieras.
–Vamos, una invitación indirecta para decir que puedo pasarme si quiero...
–Algo así –me dijo riendo.
–De todas formas no puedo, es que tengo que llevar todo esto a mi casa y...
–Yo te ayudo si quieres –interrumpió mientras cogía el sombrero– Wow, no está mal para el primer día.
–Ya –dije sonriendo, realmente había bastante dinero– Ahora dámelo –dije mientras se lo cogía.
–¿Qué, no confías en mí?
–Mmm... Déjame pensar... No. Te acabo de conocer, y se te ve que eres un chico que va por la vida como si estuviera en una burbuja, que no le afecta nada ni nadie, y que se liga a cualquier cosa que se menee –le dije mientras recogía mis cosas y me iba de allí.
–No vas mal encaminada –dijo mientras intentaba cogerme.
–Creído, egocéntrico, cínico –le definí claramente, y aumenté el ritmo de mis pasos.
–Pero te gusto –dijo, y noté como sonreía, no sé por qué pero sabía que lo estaba haciendo, me giré bruscamente para contestarle.
–No todas las chicas que te hablan tienen que estar muertas por ti.

Dicho aquello me fui, dejándolo allí. Las tripas comenzaron a sonar y recordé la propuesta, pero no era buena idea. Llegué hasta mi coche y puse el rumbo que me indicaba el papel que una amiga me había dado, me iba a alojar en su casa durante todo el verano. En realidad me iba a quedar con ella y con unas amigas que también vivían allí, yo las conocía, eran simpáticas.

[Narra Sam]

Al despertarme se me ocurrió hacerle una trastada a las chicas, así que busqué una pluma y nata para hacerla. Cuando por fin la conseguí después de buscar un rato por la casa, entré a la habitación de April sigilosamente, abriendo la puerta con cautela. Me acerqué a su cama y unté su mano con nata. Comencé a rozar su nariz con la pluma, vi como empezaba a moverse, y seguí haciéndolo, hasta que instintivamente posó su mano en su nariz, llenando toda la cara de nata. No pude evitar reírme, tenía nata en los pómulos, en la nariz y en los labios, y estaba haciendo un movimiento raro con la nariz, como un tick o algo por el estilo. Estallé a carcajadas, pero tuve que taparme la boca para que no se despertara. Por un momento hizo un gesto que me hizo pensar que se iba a levantar.
Hice lo mismo con Gwen, pero ésta vez fue menos difícil. Cuando coloqué la nata en su mano el timbre sonó, y bajé las escaleras recogiendo todo rápido. Llegué y abrí la puerta.
–Menos mal que no soy un tío, sino me hubiera puesto burro al verte.

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