jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo 23: Feels like snow in September.

Me giré y sorprendí a Louis mirándome. La luz suave de la farola iluminaba el perfil derecho de su rostro, iluminándolo de un tono amarillento. Me miraba en silencio, sin gesticular, en una mirada penetrante.
–¿Qué pasa? –Pregunté. No terminaba de captar qué había hecho mal para que estuviese de aquella manera, bueno sí, está claro que todo es por el beso.
–No, nada –dijo retirando sus ojos azules de los míos y mirando por encima de mi hombro, hizo un gesto con la cabeza, dando a entender que había que irse a casa. Echamos a andar.
La calle estaba bastante oscura, y a nuestra derecha estaba la parte trasera de una discoteca, que rezumaba música por sus paredes.
–Louis. –Dije, adelantándole y poniéndome en frente.
–Gwen, cuando antes te hablé de mi amigo... ¿Por qué me besaste? –Me dijo de repente. Y volvió a posar su mirada azulada en mí, y sentí vértigo. Como si estuviera a punto de caerme por un precipicio.
No sabía qué responderle, no tenía palabras. Sí, de nuevo Louis Tomlinson me había dejado sin habla.
–Porque sí. –Respondí no muy convencida, y al segundo quise retirar esa respuesta.
–Es que Gwenny, cuando me refería a mi amigo... –hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas–. El amigo del que te hablaba era Liam.
Y la sensación de vértigo se magnificó. La realidad vino a mi cabeza como una oleada y me golpeó. 
–Mierda –dije.– ¿Por eso ha estado tan raro conmigo estos días? –Asintió.
–Él piensa que tú y yo... –dijo dejando la frase a la mitad. Pero se entendió perfectamente.
–Puff... –resoplé llevándome la mano a la cabeza.
–Ey, todavía podemos arreglarlo... –dijo acercándose a mí intentando consolarme.
–No, no podemos. –Dije abatida, apartándole de mí–. No podemos arreglar nada porque me he enamorado de ti, y a ti ni siquiera te gusto, le gusto a tu amigo. –Dije a punto de llorar.
–¿Acabas de decir que te has enamorado de mí? –Dijo confuso.
–Sí. –Dije secándome con la manga de mi chaqueta una lágrima que acababa de aflorar por uno de mis ojos.
–Joder Gwen, yo... –dijo llevándose las manos al pelo–. No puedo verte llorar, yo no quería esto.
–¿Qué no querías, que me enamorara de ti? –Dije con sarcasmo.
–No... No así. No si mejor amigo está enamorado de ti. –Dijo abatido.
Me sequé las lágrimas que habían caído por mis mejillas, y respiré hondo. Ahora todo tenía sentido. La culpabilidad que había tenido él horas atrás estando solo conmigo, la noche de la fiesta de Álex, cuando él intentaba convencer a Liam de algo, el paseo en la playa... Claro, cuando dijo que teníamos que hablar, iba a contarme lo de Liam. Y yo ni siquiera me había dado cuenta de nada, y ahora me había enamorado –o eso creía– de un tío que solo quería juntarme con su amigo.
–Me voy a casa –dije ya más tranquila, pero sin poder evitar que unas lágrimas resbalaran por mis mejillas encendidas.
–¿Quieres que te acompañe? –Se ofreció rápidamente, acercándose de nuevo y poniéndome la mano en la espalda. Se veía que sentía lo que había pasado, pero no me sirve de consuelo.
–No creo que sea la mejor idea que hayas tenido hoy –dije con ironía, y eché a andar. Pero cuando hube caminado varios pasos me giré.
–Solo una pregunta– dije llamando su atención, y volvió su vista hacia mí. –¿Nunca has sentido nada por mí, verdad? –Él me miró con una expresión de sorpresa, continué– Cuando me has invitado esta mañana, y hemos ido al paintball... ¿Eso era real?
Vi que vaciló su respuesta, y tardó varios segundos en responder.
–Sí, era real.
Asentí, y me volví y continué caminando. En ese momento podía escuchar tres sonidos que me ensordecían: el latido de mi corazón y el bombeo de la sangre, acelerado. La música que desprendían los locales, las risas y las conversaciones de todas aquellas personas. Y el sonido de las gotas de lluvia que empezaban a empapar la acera. Tenía la tentación de volverme e ir corriendo hacia él, y plantarle un beso. Pero ya fui impulsiva una vez, y ya hemos visto lo que pasó. 
Estaba mareada, entonces hice memoria y recordé que hacía bastantes horas que no comía nada.

Llegué a casa diez minutos después, me sequé las lágrimas antes de entrar. Lo primero que quise hacer cuando atravesé el portal fue ir corriendo a mi cama y ahogar un grito con una almohada, y luego quedarme tumbada hasta que me durmiese. Pero el plan se me vino abajo cuando Sam se acercó a mí, tan despampanante como siempre, y con una sonrisa en la cara.
–¡Hola! –Saludó, y llamó a las otras para que se enteraran de que estaba allí. Vinieron en seguida.
Yo mientras aproveché para ir a sentarme al sofá, estaba molida.
–Cuenta –dijo Ronnie sentándose a mi lado, y de repente llegó April e hizo lo mismo.
–Pero con detalles, eh –dijo April sonriendo de oreja a oreja.

Así que, les conté todo a las acosadoras de mis amigas. Primero se enternecieron cuando les dije que me llevó a hacer paintball, y que acabamos llenos de pinturas. No pasé por alto contarles las caras de psicópata que ponía Louis, y sonreí al recordarlo. Más tarde, al contarles que nos habíamos quedado tirados en medio de una carretera solitaria, se llevaron las manos a la boca, sorprendidas. Les señalé las zapatillas que tenía en los pies, unas "Toms" que me quedaban enormes. De nuevo soltaron un "Aaaw". Seguí con la historia del elfo, y se quedaron en plan: ¿WTF? Un elfo. Y yo me reí con sus caras.
Y ahí acabé la historia. Omití algunos detalles, como que había besado a Louis, y lo que pasó después. Parecieron no notar nada, y se quedaron satisfechas con la historia, así que yo también.

Cenamos comida china mientras veíamos las series que iban pasando por la televisión. Luego Sam y Ronnie salieron con los chicos, pero yo estaba agotada y no podía más. Y April también dijo lo mismo, así que nos quedamos solas en casa. Me duché y me puse un pijama, y bajé al salón con mis pantuflas de conejitos. 

Estaba llenando un tazón de leche y echándole Cola-Cao, entonces April entró a la cocina y cogió su taza, que tiene el dibujo de un bigote, y se sirvió un poco de leche. Puso el tazón en el microondas un minuto y medio, y luego lo retiró.
–Pásame una cucharilla, porfa –dijo, y yo separé mi cuerpo del cajón que contenía los cubiertos y cogí su cucharilla.
–Toma –dije tendiéndosela.
–Oye, ¿te pasa algo? –Preguntó mientras cogía la cucharilla y echaba un poco de Cola-Cao a su leche caliente. Yo la miré de reojo mientras me apoyaba en la encimera y bebía un sorbo de mi taza.
–No, ¿por? –dije, y volví a tomar otro sorbo.
–Te veo triste –dijo, y cerró el bote y empezó a remover la leche. Luego se apoyó en la encimera, como yo, y dio un sorbo mientras me miraba a los ojos. –Dime, ¿qué ha pasado?
No iba a mentirle, tampoco sé por qué no le dije lo que realmente pasó con Louis a todas.
–Vamos al sofá –dije, y fui hasta el salón, y me tumbé apoyada en uno de los brazos. Ella hizo lo mismo pero en el lado contrario.
Y mientras la leche y el chocolate en polvo disminuían, yo le expliqué los detalles que antes no había mencionado delante de las demás. April escuchó con atención y sin interrumpirme ni una sola vez, mientras se comía a cucharadas los grumos de chocolate que flotaban sobre la leche, me encantaban aquellos grumos.
Cuando hube terminado, ya nos habíamos acabado la leche ambas.
–¿Enamorada? –Dijo incrédula. –Pero si solo le conoces desde hace dos semanas...
–Bueno, eso creo... No sé. Nunca he estado enamorada –dije encogiéndome de hombros.
–Uh, yo sí. –Comentó dejando la taza vacía en la mesa de café. –¿Cómo te sientes cuando estás con él?
–Uhmmm... pues no siento esas 'mariposas' que todo el mundo dice que siente, precisamente. Pero sí siento un escalofrío cuando me toca... Cuando estoy con él siento que todo es diferente, como que no me puede pasar nada malo. –Dije, y sonreí como una atontada–. Al principio me pareció un idiota que no sabía otra cosa que hacer que mandar a tomar por saco, pero en realidad era solo una pose. Me trata muy bien y es dulce conmigo... y no sé... cuando estoy con él no hace falta fingir algo que no soy, como con Álex. Siempre me está haciendo reír y es divertido, y su sonrisa... Dios, su sonrisa me mata...
Nos quedamos varios segundos en silencio, y ella me miraba meditando.
–Vale, sí estás enamorada. –Dijo encogiéndose de hombros.
–Puff... ¿Y ahora qué hago? –Dije enterrando mi cara en mis manos.
–Sinceramente cielo, no tengo ni idea. –Resopló. 
Luego se acercó a mí y me abrazó.
–Gracias, April. Gracias por esto –dije agradeciéndoselo, mientras retiraba una pequeña lágrima que estaba a punto de caer por la mejilla.
–No hay por qué darlas. –Dijo sonriendo.
–¿Puedo pedirte una cosa más? –Dije, y ella asintió. –No se lo digas a las chicas. –Afirmó con la cabeza, entendiéndolo.

Vimos un rato más la televisión, hasta que me quedé dormida en el sofá. Cuando todavía estaba adormilada, con los ojos entrecerrados pude ver a April apagando la televisión y cogiendo una manta, y poniéndomela por encima. Después se agachó y me dio un beso en la frente, para luego desaparecer escaleras arriba. Y me dejó sola con el ronroneo de la lluvia como banda sonora.

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