viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 24: You're just a small bump unknown


*Hace dieciséis años*

Caroline tenía unos ojos verdes que irradiaban vida por los cuatro costados, y una larga melena rubia ondulada. Siempre estaba feliz, era agradable y amable con los demás, y eso repercutió en su vida. No era la más popular del instituto Holmes Chapel Comprehensive School, pero tenía una vida social bastante ajetreada. Era una ciudad pequeña, y para Caroline era suficiente. 
Él se llamaba Jack Harries. Él fue el que la abandonó con una cría recién nacida, desentendiéndose de todo, y ocultándoselo a su padre, ya que si éste se enteraba le obligaría a asumir sus responsabilidades y errores y quedarse con la chiquilla.
Por ello, antes de que esto ocurriera se fue a la universidad de Bristol, abandonando a una chica de 16 años que acababa de parir, y todo por un calentón.

El día que notó que tenía un retraso, compró una prueba de embarazo, muerta de la vergüenza, y se metió el baño. 
No paraba de dar vueltas, preguntándose qué pasaría si ese palito daba positivo, si resulta que estaba creando a un ser en su interior. Tras media hora dando vueltas como una desquiciada alrededor del palito, respiró hondo y lo cogió. El alma se le cayó a los pies: había dado positivo, o eso era lo que aquellas dos rayas representaban.
Cogió su teléfono y llamó a su mejor amiga, Claire.
–Hola. ¿Puedes venir a mi casa ahora? Te necesito.
Claire llegó poco después, y la encontró echa un ovillo en su cama, a punto de llorar. Su amiga estaba al  tanto de sus encuentros con Jack, pero se quedó sin respiración cuando se lo dijo.
–Mierda. –Dijo cuando Caroline concluyó su historia, se quedaron varios minutos en silencio. –¿Qué vas a hacer? –Dijo al borde de morderse las uñas.
–No lo sé... Tengo que llamar a Jack, tengo que decírselo.
Pero en vez de llamarle esperó hasta el día siguiente, no es algo de lo que se puede hablar por teléfono.

Estaban saltando vallas, y Carol le hizo una seña a Jack para que fueran a los vestuarios los dos. Él pensaba que iban a hacer otras cosas allí, claro está, y al llegar empezó a besarla salvajemente.
–Eh, eh... Para. –Dijo recordándole dónde estaban. Él la miró ladeando la cabeza, pero se apartó. –Tengo que contarte una cosa.
De repente se quedó sin respiración, no podía creer que de verdad estuviera a punto de decir aquello.
–Estoy embarazada.
La sonrisa de Jack se desvaneció al segundo, y se tornó asustada.
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[Narra Ronnie]

Estaba desayunando como tantas otras mañanas, no había pegado ojo en toda la noche. Al bajar esta mañana vi a Gwen tirada en el sofá, e intentando caminar lo más sigilosamente posible conseguí llegar a la cocina y hacerme un chocolate, luego cogí unas galletas y me fui a la terraza.
La razón de que no haya pegado ojo es simplemente que es imposible dormir cuando empiezas a pensar en tu padre desaparecido, tu madre acostada en una cama comiendo helado mientras mira las telenovelas para ahogar su depresión y tu hermanastra de seis años preguntándose por qué su madre está así.
No es algo nuevo que mi madre se comporte de manera depresiva, ya le ha pasado antes, pero no esperaba que volviera a sufrir una depresión teniendo que cuidar de un infante, como me ocurrió a mí.
Por lo que ella y la tía Rita me han contado, mi padre fue un cabrón que le jodió la vida a mi madre, que jugaba al rugby y que ahora es profesor de biología. Lo único que me falla es su nombre, ya que mi madre nunca quiso que yo lo supiera, supongo que porque sabe que en cuanto lo sepa le buscaré.

Anoche recibí un mensaje de Berto, mi padrastro, diciéndome lo de mi madre. En las ocasiones difíciles es incapaz de mantener la mente fría y buscar una solución, y se ha dedicado a intentar animar a mi madre a hacer las cosas cotidianas que suele hacer, pero obviamente ella se niega en redondo. Cuando colgué, me disculpé con todos y volví a casa, Harry se ofreció a acompañarme, pero no le dejé. No iba a joderle la noche con mis movidas.

Miro la hora en el reloj, son las nueve. En España serán las diez, así que decido coger el teléfono y llamarle. Se oyen tres tonos, y descuelga el teléfono.
–Ronnie. –Dice serio.
–Hola Berto, ¿está mamá? –pregunto.
–Ahora se está duchando, cuando salga le digo que...
–No, no le digas nada –le interrumpo, y casi puedo sentir su sorpresa, así que decido cambiar de tema– ¿cómo está Patricia? 
–Bien, bien... en casa de una amiga –dice todavía confuso.
Nos quedamos unos segundos en silencio.
–Oye Berto, necesito que me digas una cosa.
–Claro, dime.
–¿Cómo se llama mi padre?
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Claramente, Jack fingió que no sabía nada del tema hasta que pudo irse. En los vestuarios se pelearon, él la acusó diciéndole que ese podría haber sido otro y que solo intentaba colarle el bebé a él, y afirmó, no muy convencido, que habían usado protección y que era imposible. Carol estaba al borde de las lágrimas, y le gritó que no usaron protección, que había sido un calentón, y que ninguno tenía un preservativo en ese momento.
Pasaron los meses, y mientras la barriga de Carol era cada vez más evidente, los cuchicheos y las caras de asombro que sentía cuando paseaba por los pasillos del instituto aumentaban.

Había decidido tener la niña cuando al ver aquella ecografía vio a aquel ser humano, tan frágil y delicado, que estaba creciendo en su vientre. 
Por ello comía incluso cuando se le había quitado el apetito después de haber tenido una bronca con sus padres, soportaba las burlas, y la indiferencia de Jack. Por las dos; por su hija y por ella.
Cuando ya llevaba 7 meses de embarazo, se enteró de que a Jack le habían aceptado en Bristol, y aunque sabía que él se había desentendido de ella y del bebé, se sintió herida. En ese mismo mes tuvo una discusión muy fuerte con sus padres, y ella directamente les mandó a la mierda, cogió unas cuantas cosas y las metió en una mochila y fue a la casa de Claire. Se quedó allí hasta que rompió aguas prematuramente en el salón de la casa, aquella misma noche, entonces fueron al hospital.

Al despertar, después del agotamiento del parto, se encontraba en una sala con paredes blancas, y sin su niña al lado. Claire estaba tomándole de la mano, y le explicó que habían tenido que llevarse a la pequeña a hacerle varias pruebas, porque había nacido prematura. Luego la dejarían en la incubadora un par de días. También le dijo que su madre había venido en cuanto se enteró, y que se acababa de ir.
Claire se tuvo que ir a hacer uno de sus exámenes finales, y Carol se quedó sola en la habitación. Aunque todavía estaba muy débil, se levantó como pudo y se acercó a la zona donde están las incubadoras. Mientras caminaba por el pasillo, distinguió una espalda ancha vestida con una beisbolera a lo lejos. Ahí estaba él, mirando a la niña. Sonreía de lado, y no se percató de que Carol le estaba mirando hasta que ella se puso a su lado, giró la cabeza y le sonrió, y de nuevo volvió a mirar a través de aquel cristal desde el que se veía una habitación amplia en la que las matronas iban y venían llenas de papeles en las manos.
–Hola –dijo Caroline simplemente, y ladeó la cabeza mirando a la pequeñaja.
–H..Hola –consiguió decir él después de un largo rato.
–¿Es preciosa, verdad? –dice, sin ni siquiera importarle al que se lo dice, podría perfectamente habérselo dicho a alguna enfermera que habría por ahí.
–Sí, tiene tus ojos –dice bromeando.
–No seas tonto, todavía no los ha abierto –dijo ella dándole un codazo en las costillas. De repente las piernas le flojean, y se tiene que agarrar al borde de la ventana de cristal para recuperar el equilibrio
–¿Estás bien? –pregunta preocupado, acercándose. Ella asiente, pero no deja que él le toque.

Se quedan bastante tiempo mirando a la niña en silencio, horas. Finalmente él se tuvo que ir, y Claire llegó y le dijo que tenía que volver a la habitación, que tenía que descansar. Caroline se neguó en redondo, no estaba cansada, sentía que flotaba.

A la mañana siguiente se despertó, y vio a Claire durmiendo en el sofá de la habitación, la miró con ternura. Se incorporó y volvió a recorrer el pasillo hasta llegar al cristal desde el que podía ver a su niña durmiendo.
Suspira, y se pregunta qué va a hacer ahora.

Al final Caroline decide irse a vivir a España con su hermana Rita, varios años mayor que ella.
Más tarde se entera de que Jack ha abandonado la ciudad, sin despedirse antes de ella.
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[Narra Ronnie]

He emprendido toda la mañana buscando los Jack Harries, encuentro varios en Facebook, y encuentro dos profesores. Uno vive a una hora en coche de aquí, y el otro está viviendo en Alemania. Cruzo los dedos porque mi padre no sea el 'explorador' que se ha ido de vacaciones a Alemania.
Llamo a Harry rápidamente, y le pido que se pase por casa en media hora, pero no le concreto detalles.
Me ducho y me visto con lo primero que pillo, escribo en un papel el nombre del colegio en el que trabaja, que es lo máximo que he podido encontrar; y salgo por la puerta justo cuando Harry llega.

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